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El día que cambió la historia de la Iglesia: La elección de Francisco
El sábado 11 de febrero de 2013. Frente a la Basílica de Santa María la Mayor en Roma, un bar se llenaba de feligreses que buscaban refugio del frío con un café caliente. Eran las 11:30 cuando la pantalla del televisor interrumpió la rutina: el Papa Benedicto XVI anunciaba su renuncia al ministerio petrino. Un hecho inédito en los últimos 719 años.
El silencio se apoderó del lugar por 15 minutos. Luego, la noticia corrió como reguero de pólvora. La señal de los celulares colapsó, y la incertidumbre comenzó a reinar en la Ciudad Eterna.
La despedida de Benedicto XVI
El 24 de febrero, el Pontífice oficó su última misa en la Plaza de San Pedro ante 200.000 personas. Días después, el 27 de febrero, realizó su última audiencia pública y, el 28 de febrero a las 16:55, dejó el Palacio Apostólico en un helicóptero blanco rumbo a Castel Gandolfo. A las 20:00, se cerraron solemnemente las puertas del Palacio, marcando el fin de su pontificado.
Con la renuncia efectiva, los preparativos para el cónclave comenzaron. Los cardenales de todo el mundo arribaban a Roma, mientras las especulaciones sobre el nuevo Papa crecían. Entre los favoritos figuraban Angelo Scola, Odilo Scherer, Marc Ouellet y Christoph Schönborn. El argentino Jorge Bergoglio no estaba entre los nombres más resonantes.
El cónclave y la elección
El cónclave comenzó el 12 de marzo de 2013. En la Capilla Sixtina, los cardenales ingresaron entonando el "Veni Creator" y, tras el tradicional "Extra omnes", se cerraron las puertas. Durante el primer día, el humo negro salió cinco veces, indicando que no había acuerdo.
El 13 de marzo, las expectativas eran bajas. Sin embargo, a las 19:06, una columna de humo blanco emergió de la chimenea de la Capilla Sixtina: "Habemus Papam". Las campanas de Roma repicaron con fuerza.
La multitud se congregó en la Plaza de San Pedro, expectante. A las 20:15, el cardenal Jean-Louis Tauran pronunció las palabras que cambiaron la historia: "Annuntio vobis gaudium magnum: Habemus Papam... Dominum Georgium Marium Cardinalem Bergoglio, qui sibi nomen imposuit Franciscus".
Un Papa diferente
La sorpresa fue total. Jorge Bergoglio, el arzobispo de Buenos Aires, se convirtió en el primer Papa latinoamericano y el primer jesuita en la historia del papado. Su primera aparición en el balcón marcó el tono de su pontificado: un saludo sencillo, "Hermanos y hermanas, buenas noches", y una petición inusual: "Antes de que el obispo bendiga al pueblo, les pido que recen por mí".
Con su elección, Francisco inició una nueva era en la Iglesia. Sus gestos de humildad y cercanía pronto se harían costumbre: desde el "No dejen de rezar por mí" hasta su clásico "Buen almuerzo y hasta luego" en los ángelus dominicales.
A 12 años de aquel día histórico, su pontificado sigue dejando huella en la Iglesia y el mundo.