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El estudio SMPY: genios en acción desde la niñez hasta la jubilación
Julian Stanley, un destacado psicólogo de la Universidad Johns Hopkins, se encontraba abrumado por las numerosas interrogantes que rondaban su mente. ¿Cuál era el potencial real de los niños superdotados? ¿Cómo deberían ser educados para alcanzar su máximo rendimiento? ¿Qué tan exitosos serían en sus carreras profesionales? Y, quizás lo más importante, ¿podrían encontrar la felicidad y el orgullo en sus vidas?
Para responder a estas preguntas, Stanley lanzó en 1971 el "The Study of Mathematically Precocious Youth" (Estudio de Jóvenes Matemáticamente Precoces), conocido como SMPY. Esta investigación pionera tenía como objetivo seguir la vida de los estudiantes más destacados, reclutando a aquellos que sobresalían en el 1% superior en el examen de ingreso a la universidad (SAT) a la temprana edad de 12 o 13 años.
En la primera cohorte, entre 1972 y 1974, Stanley reunió a 2.188 jóvenes superdotados, todos ellos sometidos a diversas intervenciones pedagógicas destinadas a desarrollar su potencial. Estas intervenciones incluyeron saltar cursos, ingresar a la universidad antes de lo habitual y participar en programas de enriquecimiento académico avanzado.
La investigadora Camila Benbow se unió al proyecto más tarde, ayudando a gestionar la búsqueda de estudiantes sobresalientes en las siguientes tandas. Su visión ambiciosa llevó el estudio más allá de lo planeado originalmente por Stanley, extendiéndolo a más de 50 años y siguiendo a los participantes hasta la jubilación.
En 1990, David Lubinski se unió al equipo como becario postdoctoral, convirtiéndose más tarde en director adjunto del estudio. En 1999, Lubinski y Benbow se casaron, consolidando su colaboración en la investigación.
El SMPY se trasladó a la Universidad de Vanderbilt, donde ha continuado durante más de 53 años sin un final a la vista. El estudio incluye encuestas periódicas a los participantes, abordando aspectos como datos personales, logros profesionales y bienestar emocional.
Los hallazgos del estudio son claros: la superdotación en la infancia es un predictor de éxito en la adultez, tanto en términos educativos como profesionales. Los participantes han alcanzado altos niveles de logros académicos y profesionales, con un alto grado de satisfacción personal y emocional.
Sin embargo, el estudio también revela diferencias de género significativas en términos de carreras profesionales y salarios. Aunque tanto hombres como mujeres informan altos niveles de satisfacción con sus vidas, las mujeres tienden a dedicar más tiempo a la familia y las actividades comunitarias, mientras que los hombres tienden a priorizar el desarrollo profesional.
A pesar de estas diferencias, la familia sigue siendo un factor clave en la vida de todos los participantes, y tanto hombres como mujeres encuentran orgullo en sus logros y relaciones familiares.
El caso de Daniel Ricart, un argentino superdotado, ilustra cómo la falta de "dosis educativas" durante la infancia no impidió que alcanzara el éxito en su vida profesional. A través de su propia determinación y búsqueda de oportunidades, Ricart logró sobresalir en la universidad y fundar una institución educativa para niños superdotados en Argentina.