CABA
La familia que surfea tsunamis, resistiendo el odio y el terror, en una torre de Villa Elisa
Nuestra familia, reconocida por Asistencia Social como “grandes surfeadores de tsunamis”, ha superado más tormentas de las que muchos podrían soportar.
Nos hemos enfrentado a desafíos descomunales, pero seguimos aquí, luchando cada día con la cabeza en alto, cuidando de los nuestros y pidiendo ayuda cuando es necesario.
Sin embargo, donde vivimos desde 2008, en la Torre 4 del complejo de Villa Elisa, La Plata, en lugar de encontrar solidaridad, hemos sido objeto de ataques viles y cobardes.
Néstor, el famoso dueño de la dietética La Simbólica (foto inferior) ubicada en la avenida proncipal, junto con su esposa, ha sido uno de los principales instigadores de esta campaña de odio contra nuestra familia.
En lugar de ofrecernos apoyo o simplemente respeto, nos ha llenado de insultos y acusaciones sin fundamento y manipulado al resto de mis vecinos.
Sus actos cobardes no conocen límites: por la noche, bajo la protección de la oscuridad, Néstor D`Asaro (en la foto superior con su esposa) abre la puerta de su departamento y nos lanza amenazas de muerte, para luego esconderse tras su puerta.
Mis hijos escuchan estas amenazas, sumiéndolos en un estado de terror psicológico que está arruinando sus vidas.
Mi hijo de nueve años, que sufre de un trastorno del espectro autista, ha sido uno de los más afectados. Su condición requiere tratamiento constante, aprobado por psiquiatras y psicólogos de renombre.
Pero Néstor, desde su ignorancia y soberbia, se ha atrevido a decirme delante de numerosos vecinos que mi hijo no es autista, que simplemente "pide ayuda a los gritos".
Néstor, el dueño de la dietética La Simbólica (en la foto superior) no solo desacredita el diagnóstico de profesionales expertos, sino que sus palabras y acciones están hundiendo a mi hijo en un estado de angustia del que tanto esfuerzo y por años nos ha costado sacarlo.
Después de tanto trabajo para que pudiera salir adelante, estas personas están arrastrándola nuevamente al ostracismo, a un espacio de miedo y aislamiento. Están matando a mis hijos en vida.
La crueldad de estas personas no tiene límites. Nos han acusado de contagiar a nuestra hija de parasitosis por tenener tantos perros.
Sin embargo, los perros son los hacedores del desarrollo cognitivo de nuestros hijos discapacitados y la barrera de defensa que tenenos, porque ya un vecino que se mudó entró y quiso agredir a mi esposa.
Milagros sufrió una parasitosis generalizada, mal diagnosticada en la Clínica del Niño, a la cual hemos denunciado por mala praxis. Pero su problema de base fue un inicio de anorexia.
Fueron los médicos del Hospital de Niños de La Plata quienes salvaron su vida, pero Néstor y su esposa nos señalaron con el dedo, inventando mentiras y difamando nuestra reputación como padres.
Vivir con este constante acoso nos ha generado miedo. Tanto a mí como a mi esposa Wanda, nos da pánico salir a la calle, tememos encontrarnos con estas personas que buscan cualquier excusa para provocarnos.
Pero no vamos a caer en su trampa. Aun así, el daño psicológico ya está hecho: nuestros hijos y hasta nuestros perros, que han sido amenazados de muerte, viven en un estado constante de terror.
Ellos pobres sufren por no salir, y las amenazas de Néstor y sus vecinos cómplices nos obliga a que estén encerrados y dediquemos mucho tiempo a limpiar sus necesidades.
Wanda, que sufre de un síndrome de estrés postraumático debido a un hecho aberrante que vivió en su juventud, ha demostrado una fuerza impresionante a pesar de todo.
Yo, que he lidiado con una depresión, sigo peleando, porque mi familia lo es todo. Seguimos adelante, a pesar de las tormentas que nos azotan, a pesar del miedo y el odio que nos rodea.
Pero también nos hemos ganado la admiración de quienes realmente nos conocen, de quienes han visto nuestra lucha de cerca.
Mientras tanto, aquellos que nos atacan solo han logrado ganarse el repudio y el rechazo de la gente decente que nos rodea. Porque la verdad siempre prevalece, y aunque traten de hundirnos, nosotros seguimos surfeando los tsunamis. Unidos, como familia.