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Mitos y realidades de una dieta saludable: ¿las harina son realmente tan malas?
En la búsqueda de una alimentación más saludable, muchas personas han optado recientemente por reducir su consumo de harinas. Este grupo de alimentos ha sido estigmatizado tanto por su asociación con el aumento de peso como por su potencial impacto negativo en la salud.
La médica especialista en Nutrición, Mónica Katz (MN 60164), quien dirige la diplomatura de Obesidad en la Universidad Favaloro y es miembro de la Comisión Directiva de la Sociedad Argentina de Nutrición (SAN), señala que actualmente se observa un fenómeno de "carbofobia" sin precedentes. A pesar de que las harinas son alimentos ancestrales y forman parte de la dieta humana desde tiempos remotos, se les teme cada vez más en la actualidad.
Es importante destacar que no todas las harinas son iguales. Mientras que las harinas refinadas tienden a ser menos saludables debido a la eliminación de gran parte de sus nutrientes durante el proceso de refinamiento, las harinas integrales conservan la fibra, las vitaminas y los minerales esenciales.
El consumo excesivo de harinas refinadas puede provocar problemas metabólicos, carecer de nutrientes importantes y desplazar otros alimentos más saludables en la dieta. Además, la modificación genética y el uso de pesticidas en la producción agrícola pueden contribuir a la intolerancia al gluten y otros problemas gastrointestinales.
La nutricionista Ana Chezzi (MN 2245) explica que el gluten presente en el trigo, especialmente en las harinas refinadas, puede causar inflamación e intolerancias en algunas personas. Sin embargo, esto no significa que todas las harinas sean perjudiciales en sí mismas.
Es importante comprender que el problema radica en el exceso y la mala calidad de las harinas, no en su consumo moderado y equilibrado. Los carbohidratos son una fuente importante de energía para el cuerpo, y eliminarlos por completo de la dieta puede ser perjudicial.
Por lo tanto, en lugar de eliminar completamente las harinas, se recomienda restringir su consumo y optar por alternativas más saludables, como las harinas integrales o las harinas de legumbres y frutos secos. Estas opciones ofrecen nutrientes adicionales y pueden ayudar a mantener una dieta equilibrada.