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Ponete en movimiento: consejos claves de la OMS para tu bienestar y mantenerte en forma

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), es recomendable que los adultos realicen al menos 150 minutos de actividad física moderada a la semana para mantenerse en forma y saludables, lo que equivale a aproximadamente 30 minutos de ejercicio durante cinco días a la semana. Actividades como caminar a paso rápido, nadar, bailar o andar en bicicleta son ejemplos de ejercicios moderados que pueden cumplir con esta recomendación.

Para aquellos que buscan una opción más intensa, la OMS sugiere realizar 75 minutos de actividad física vigorosa a la semana, lo que equivale a aproximadamente 15 minutos de ejercicio cinco días a la semana. Ejemplos de actividades vigorosas incluyen correr, hacer ejercicio intenso en el gimnasio o practicar deportes de alta intensidad.

Es esencial complementar el ejercicio cardiovascular con entrenamientos de fuerza al menos dos veces por semana. Los ejercicios de fortalecimiento muscular, como el levantamiento de pesas, el entrenamiento con kettlebells y los ejercicios de resistencia, son cruciales para mantener y desarrollar la masa muscular, lo cual ayuda a aumentar el metabolismo y mejorar la salud en general. Priorizar los entrenamientos de fuerza puede tener un impacto significativo en la composición corporal y la funcionalidad diaria.

Además del ejercicio regular, es importante incluir períodos de descanso activo en la rutina semanal. Actividades como caminar, estirar, movilizar los músculos o acudir a un fisioterapeuta pueden ayudar a prevenir lesiones y mejorar la recuperación. El descanso activo permite al cuerpo recuperarse sin dejar de estar en movimiento, lo que es esencial para mantener la motivación y evitar el agotamiento.

Según estadísticas de la OMS, hasta cinco millones de muertes al año podrían evitarse si la población mundial fuera más activa.

En cuanto a las recomendaciones para caminar de manera regular, es importante establecer un plan y objetivos claros. Definir metas específicas, como perder peso, ganar músculo o mejorar la resistencia, ayuda a mantenerse enfocado. Un plan estructurado que detalle los días, las horas y los tipos de ejercicios a realizar puede ser muy útil. Es importante que estas metas sean realistas y alcanzables para evitar la frustración y el abandono.

Además, combinar diferentes tipos de ejercicios es esencial. Incluir una mezcla de cardiovasculares, de fuerza y de flexibilidad en la rutina semanal puede proporcionar beneficios holísticos para la salud. Los ejercicios aeróbicos mejoran la salud del corazón y queman calorías, mientras que los entrenamientos de fuerza fortalecen los músculos y aumentan el metabolismo. La flexibilidad y el estiramiento ayudan a prevenir lesiones y mejoran la movilidad.

Es importante incrementar gradualmente la intensidad del ejercicio. Comenzar con niveles de intensidad que se adapten al estado físico actual y aumentar gradualmente la dificultad puede ayudar a evitar lesiones y sobrecargas. Escuchar al cuerpo y no apresurarse en progresar demasiado rápido es clave para un entrenamiento sostenible.

Incorporar descanso y recuperación en la rutina también es fundamental. Programar días de descanso o de actividad ligera permite que los músculos se reparen y crezcan. Además, técnicas de recuperación como el estiramiento, la movilización y el uso de herramientas como los rodillos de espuma pueden ayudar a reducir la tensión muscular y prevenir lesiones.

Mantener la motivación y la variedad es crucial para un entrenamiento regular. La monotonía puede ser un enemigo del ejercicio constante, por lo que variar los tipos de ejercicio y probar nuevas actividades mantiene la rutina interesante y desafiante. Además, encontrar un compañero de entrenamiento, unirse a clases grupales o contratar a un entrenador personal puede proporcionar motivación adicional y un sentido de compromiso.