La muerte de Rucci, un magnicidio que pagó el pueblo argentino
Se cumple un nuevo aniversario del alevoso asesinato del secretario general de la Confederación General del Trabajo, José Ignacio Rucci, 51 años atrás.
Ha pasado mucho tiempo, pero vale recordarlo porque aquel demencial hecho cambió para siempre el destino de un proceso político que estaba en pleno desarrollo y que prometía revertir años de desencuentros y violencia política. Lamentablemente ocurrió todo lo contrario.
Juan Manuel Abal Medina, testigo privilegiado del peronismo y del país en la década de 1970, en su extraordinario libro “Conocer a Perón”, titula el capítulo 26 “El golpe mortal”, en referencia al magnicidio que conmovió al país y para sintetizar lo que significó el asesinato de Rucci para el gran líder político y reciente presidente electo de los argentinos.
Abal Medina, el último secretario general del Movimiento Nacional Peronista, cuenta que conocida la luctuosa noticia se dirigió a Gaspar Campos donde lo esperaba Juan Domingo Perón.
El General tenía los ojos nublados. Nos dejaron solos. Lo primero que dijo fue: ‘Me mataron a mi... Peor: mataron a mi hijo’. Y con un repentino endurecimiento de sus facciones, agregó: "Son unos criminales, unos criminales".
‘Si, mi general. Eso son’, le respondí. Y él me preguntó: "Usted piensa lo mismo que yo". Le contesté que no quería ni pensarlo, pero no podía sacarme la idea de la cabeza.
Ambos sabían que el atentado donde cayó acribillado a balazos Rucci había sido obra de Montoneros, que buscaban negociar con Perón el destino del gobierno que asumiría el viernes 12 de octubre de 1973, tan solo 17 días después del crimen.
Rucci era para Perón mucho más que el secretario general de la CGT. Rucci era una pieza clave en la política económica que el presidente electo se proponía llevar adelante una vez que tomara las riendas del gobierno.
El líder justicialista soñaba con un gran acuerdo nacional, donde estuvieran representadas no solo las fuerzas políticas, sino las entidades representativas de la producción y del trabajo; y en ese proyecto Rucci era una pieza fundamental.
No caben dudas que la actitud de un grupo de “iluminados”, cegados por la soberbia y la sinrazón, truncó de raíz una etapa que prometía ser de recuperación y crecimiento, luego de 18 años de proscripción y exilio de Juan Domingo Perón.
La historia guarda este crimen como un mojón de un período surcado por la violencia y los desencuentros que, tras la muerte de Perón, derivaría en una crisis profunda y la ruptura del orden constitucional, para entrar en la noche más negra que recuerde la nación.
La muerte de Rucci fue una tragedia que nos acompaña para dar testimonio de que nada bueno puede salir del uso de la violencia para dirimir diferencias políticas.
A las 12:11 del martes 25 de septiembre de 1973, un grupo comando asesinó a Rucci cuando este salía de su casa ubicada en la calle Avellaneda 2953 en el barrio de Flores, en la ciudad de Buenos Aires.
Por Antonio Arcuri
(*) Ex secretario de Legal y Técnica de la Presidencia de la Nación, ex ministro de Justicia de la Prov. de Bs. As., presidente de la Asociación Amigos del Museo Quinta 17 de Octubre de San Vicente -sitio donde descansan los restos del General Perón-.