Si quieres llorar, llorá: entre lágrimas y expresiones, cada gota tiene una gran función
Llorar es una expresión emocional compleja que todos experimentamos en algún momento de nuestras vidas. Este fenómeno puede analizarse desde dos perspectivas: la producción de lágrimas y las expresiones faciales que lo acompañan.
Cuando lloramos, nuestro cuerpo muestra una serie de reacciones visibles: los párpados se hinchan, las mejillas se enrojecen, los labios tiemblan, el ceño se frunce y los ojos se inyectan de sangre, liberando lágrimas que caen en pequeñas gotas. Estas lágrimas son producidas por las glándulas lagrimales, situadas en la parte superior externa de los ojos.
A menudo subestimadas, las lágrimas tienen funciones esenciales como limpiar y lubricar la superficie ocular, que carece de vasos sanguíneos. Además, aportan oxígeno y contienen componentes importantes como azúcares, proteínas y globulinas antisépticas.
En condiciones normales, las lágrimas ayudan a mantener el ojo limpio y lubricado. Sin embargo, cuando algo irritante como polvo o arena entra en el ojo, la composición química de las lágrimas cambia para ayudar a eliminar la partícula.
Existe un tercer tipo de lágrimas, las que se producen por emociones como alegría, tristeza, enojo o amor. Estas lágrimas tienen una composición química única que refleja el estado emocional de la persona.
Los seres humanos lloramos por diversos motivos. Las lágrimas pueden ser provocadas por irritaciones físicas, como el viento o el polvo, o por acciones como cortar cebolla. Pero también lloramos por emociones, tanto negativas como positivas. Podemos llorar por dolor físico, por tensión emocional, y afortunadamente, también por felicidad o alegría.
Es interesante notar que las lágrimas producidas por diferentes emociones tienen composiciones químicas distintas. Por ejemplo, las lágrimas de tristeza o estrés crónico contienen altas concentraciones de cortisol y proteínas, mientras que las lágrimas de alegría tienen más endorfinas, las sustancias cerebrales asociadas con el bienestar.
La expresión "si querés llorar, llorá" tiene una base científica, ya que reprimir las emociones puede ser perjudicial para la salud. Llorar es una respuesta natural que ayuda a liberar emociones y es beneficiosa para el bienestar emocional.
Sin embargo, si el llanto es provocado por condiciones como ansiedad, depresión o estrés crónico, es recomendable buscar ayuda profesional. En condiciones normales, llorar es un proceso saludable y natural.
Un artículo de Harvard Health Publishing menciona que desde la época clásica, pensadores y médicos de Grecia y Roma consideraban las lágrimas como un medio para purgar y purificarnos. La psicología moderna respalda esta visión, destacando el llanto como un mecanismo para liberar el estrés y el dolor emocional.
Los expertos de Harvard describen el llanto como una "válvula de seguridad emocional". Reprimir los sentimientos negativos, un comportamiento conocido en psicología como "afrontamiento represivo", puede ser dañino para la salud. Las investigaciones han demostrado que este tipo de comportamiento puede debilitar el sistema inmunológico y estar relacionado con enfermedades cardiovasculares, hipertensión y trastornos mentales como estrés, ansiedad y depresión. Además, se ha comprobado que llorar fomenta el apego, promoviendo la cercanía, empatía y el apoyo de amigos y familiares.